domingo, 26 de febrero de 2012

Ximenos aragoneses (2)

Terminaba el post anterior con la muerte de Pedro I y las subida al trono de Alfonso I, quien se ganó a pulso el sobrenombre del Batallador. No solo fue capaz de reconquistar el valle medio del Ebro (lo que le faltaba de las Cinco Villas en 1106, Zaragoza en 1118, Tudela, Tarazona y Ágreda en 1119...), sino que también atravesó los Pirineos para conquistar Bayona y también acosó Valencia, Granada, el norte de Córdoba, Motril... Hombre de profunda religiosidad, parece que nunca tuvo en cuenta que una de las principales obligaciones de un monarca es proporcionar un heredero para el reino, de forma que nunca tuvo en mente el pasar por la vicaría... hasta que la muerte del primogénito de Alfonso VI  en la batalla de Uclés. Entonces se reavivó la vieja aspiración de la dinastía: reunir sobre la misma cabeza coronada todos los reinos peninsulares que Sancho el Mayor había dominado un siglo atrás. Dicho y hecho; Alfonso I contrajo matrimonio con doña Urraca, heredera de Castilla y León. De esta forma, Alfonso se convertía en teoría en el perfecto sucesor de su bisabuelo... pero el asunto no acabó bien. El matrimonio entre Urraca y Alfonso fue un auténtico desastre, y la castellana siempre antepuso los derechos del hijo que había tenido antes de ese matrimonio (el futuro Alfonso VII de Castilla y León) a los de su marido. Sea como fuere, el matrimonio nunca tuvo descendencia y tras la muerte de doña Urraca en 1126, Alfonso tuvo que reconocer los derechos de su hijastro a los tronos castellano y leonés, con lo que el sueño Ximeno se desvaneció de nuevo. Las últimas actuaciones del Batallador consistieron en intentar derrotar a los reductos musulmanes en el curso bajo del Cinca. Cuando asediaba Fraga, la guarnición árabe organizó un contraataque inesperado que pillo por sorpresa al monarca y los suyos. Alfonso consiguió salir de la celada, pero las heridas recibidas acabarían con su vida poco después. Era septiembre de 1134 y los sucesos posteriores son alguno de los más interesantes de la historia medieval hispana.
 Alfonso el Batallador murió sin heredero, pero lo más espectacular fue su testamento. Directamente, ordenaba repartir Navarra y Aragón entre varios monasterios y las Órdenes Cruzadas que combatían a los sarracenos en Tierra Santa... una auténtica bomba. Por supuesto, los nobles del reino no estuvieron de acuerdo, puesto que eso significaría perder sus privilegios y rentas en favor de los miembros de la Iglesia, así que se tuvo que improvisar una solución de urgencia, que no fue consensuada. Los caballeros navarros se unieron en torno a García Ramírez, biznieto ilegítimo del rey navarro García Sánchez III, mientras que los aragoneses decidían sacar de su monasterio a Ramiro (futuro Ramiro II de Aragón), el hermano monje del fallecido Batallador (bueno, más que monje era obispo...) para que aceptase el trono aragonés. Ramiro II no deseaba ese papel e intentó prohijar (declarar hijo legal) a García Ramírez para que así Navarra y Aragón se mantuvieran juntas bajo el mandato de García. Pero las presiones de la nobleza aragonesa dieron al traste con el plan, así que Ramiro sólo pudo hacer una cosa para ceder un trono no deseado: contraer matrimonio para proporcionar un heredero sobre el que legarlo. Dicho y hecho, pese a ser religioso, se casó, dejó embarazada a su esposa... pero el heredero resultó ser heredera... la reina Petronila, la última Ximena aragonesa. Harto de los resortes del poder, Ramiro II desposó a su hija con solo un año de edad con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, dando así comienzo a la saga de reyes de la Casa de Barcelona en Aragón.

Un detalle final, pese a lo que cabría esperar, los primeros descendientes de Petronila y Ramón en vez de girar su orientación hacia los asuntos catalanes, se fueron empapando de la idiosincrasia aragonesa (léase Ximena en aquella época), de forma que el hijo de Petronila, Alfonso II el Casto ya fue criticado desde Barcelona, pero su sucesor,  Pedro II de Aragón casi podría decirse que contó en muchas ocasiones con la oposición de los nobles catalanes. El verdadero cambio dinástico lo daría el hijo de Pedro, el gran Jaime I el Conquistador, quien sí orientó su política hacia la ambiciones expansionistas en el Mediterráneo que tanto tiempo llevaban exiguiendo los poderes políticos y económicos catalanes.

sábado, 25 de febrero de 2012

Ximenos aragoneses (1)

Y llegamos a la última rama de la familia, la aragonesa. Como siempre, la imagen se puede ver con más detalle aquí.
Ramiro I era el hijo mayor de Sancho III el Mayor, pero había nacido fuera del matrimonio real. Ese origen ilegítimo no impidió que su padre le cediese el condado de Aragón, limitado por aquel entonces a una pequeña franja alrededor del curso alto de río de idéntico nombre. Aunque pudiera parecer lo contrario, Ramiro nunca utilizó el título de rey; se anexionó el condado de Sobrarbe en detrimento de su hermanastro Gonzalo y, cuando comenzaba a centrarse en las tareas de acoso a los musulmanes oscenses, murió asesinado. Su heredero fue Sancho Ramírez, quien acudió a Roma en busca del apoyo papal para ascender al escalafón real. Lo consiguió y en 1076, cuando ya se intitulaba como rey de Aragón, recibió como regalo el asesinato de su primo navarro Sancho IV en Peñalén; ese hecho le permitió repartirse el Viejo Reyno con su primo castellano Alfonso VI y ser proclamado así rey de Aragón y de Navarra. Esta unión duraría hasta 1134. Sancho Ramírez se centró entonces en las tareas de Reconquista y puso cerco a Huesca, aunque murió en el asedio. Su hijo y sucesor, Pedro I, conseguiría recuperar la ciudad en la batalla de Alcoraz.

Pedro, con la ayuda de su hermanastro Alfonso, futuro Alfonso I el Batallador, reconquistaron también Barbastro, Sariñena, incluso edificando un castillo en Juslibol (Deus lo vol), a pocos kilómetros de Zaragoza. Ambos hermanos acudieron también en ayuda del Cid en su lucha contra los almorávides en Valencia. Aunque Pedro I tuvo dos hijos, ambos murieron apenas meses antes que su padre (1104), lo que provoca que su hermanastro subiera al trono.

viernes, 24 de febrero de 2012

Ximenos navarros

La imagen anterior muestra la rama navarra de la familia desde Sancho el Mayor. Hay que recordar que existieron miembros anteriores, pero vamos a centrarnos en esta selección. Como siempre, la imagen anterior se puede ver con más detalle aquí.

Al repartir los territorios entre sus hijos, el Mayor dejó el Viejo Reyno a su hijo mayor legítimo, García Sánchez III, quien reinó básicamente desde Nájera.  Hablo del Viejo Reyno, técnicamente es más correcto Reino de Pamplona, porque entonces comprendía Navarra, La Rioja, parte de Burgos y el actual País Vasco. El tercero de los Garcías no tuvo un reinado muy afortunado. Tras apoyar a su hermano Fernando I de Castilla a conquistar León y soportar varios incidentes fronterizos con su hermanastro Ramiro I de Aragón, se enemistó abiertamente con Fernando, hasta llegar a un enfrentamiento armado que ocurrió en la sierra de Atapuerca. García moriría allí, siendo proclamado rey su hijo Sancho IV pero a costa de perder los territorios riojanos y burgaleses. Tampoco le iría mucho mejor al cuarto Sancho, puesto que fue asesinado por sus hermanos al despeñarlo por el cortado de Peñalén (Funes). 

 Tras esa muerte, el Viejo Reyno sería dividido en dos entre Castilla y Aragón, de forma que los castellanos se llevaron los territorios vascos y lo que ahora conocemos como Navarra (menos la Ribera, todavía en manos musulmanas), pasó entonces al dominio de Sancho Ramírez de Aragón, primo carnal del finado. Desde esa fecha (1076) hasta la muerte de Alfonso I el Batallador (1134), la historia de Navarra va unida por completo a la de Aragón, por lo que daré más detalles cuando hable de la rama aragonesa de los Ximenos. Sí que hay que destacar que a la muerte de Sancho IV en Peñalén, tenía un hermanastro ilegítimo, de nombre Sancho, que ejercía como señor de Uncastillo. Este don Sancho se alineó rápidamente con la política del rey aragonés, de forma que su hijo Ramiro pudo ejercer también como señor de Barbastro y casarse con doña Cristina, una de las hijas del Cid Campeador. El matrimonio entre Ramiro y Cristina daría como fruto un niño que se llamaría García Ramírez quien, a la muerte del Batallador, conseguiría recabar suficiente apoyo entre los nobles navarros como para independizarse de Aragón. García Ramírez ocupa ya un pequeño capitulillo a modo de prólogo en la novela, pero los verdaderos protagonistas serán su hijo mayor: Sancho VI el Sabio y el primogénito de éste, Sancho VII el Fuerte.

jueves, 23 de febrero de 2012

Ximenos castellanos

Empecemos con una pequeña exploración de la rama castellana de la familia Ximena y sus descendientes, los primeros reyes de la casa de Borgoña (en azul). Se puede ver con más calidad en el siguiente enlace
Después de que Fernando I recibiera de su padre, Sancho III el Mayor, Castilla y de que conquistara más tarde León, la preocupación de la familia fue extender sus fronteras hacia el sur, con el objetivo de alcanzar Toledo. El primogénito de Fernando, Sancho I el Fuerte, no lo consiguió, aunque si lo hizo su hermano y heredero, Alfonso VI, quien en función del poder territorial que había adquirido, se autoproclamó emperador de Hispania. Por desgracia para él, su primogénito murió en la batalla de Uclés, lo que hizo que  el trono pasase a la hija mayor, la reina Urraca. Ella es considerada la última Ximena castellana ya que se casó con un noble borgoñés y su hijo, Alfonso VII, es ya tomado por los historiadores como el primer rey borgoñón de Castilla y León.

Ya he comentado que el supuesto cambio dinástico es para mí más ficticio que real, puesto que las condiciones culturales y políticas de Alfonos VII en poco o nada difirieron de las de su madre o de las de su abuelo: tratar de reconquistar al-Andalus sin miras más allá de los Pirineos. Al quedarse viuda la reina Urraca afloró en las mentes de la época el objetivo de reunir sobre una misma cabeza coronada todos los reinos peninsulares, algo que casi había conseguido Sancho el Mayor. La oportunidad era propicia, puesto que el rey de Navarra y Aragón era Alfonso I el Batallador, primo segundo de doña Urraca, pero soltero en el momento de enviudar ésta. Dicho y hecho. Ambos primos contrayeron matrimonio pero fue un auténtico desastre, de forma que doña Urraca abandonó varias veces al rey aragonés y trató de favorecer siempre los derechos dinásticos de su hijo en detrimento de los de su marido. Y lo consiguió, de forma que Alfonso VII llegaría a proclamarse rey de Castilla y León aún en vida de su padastro; es más volvió a utilizar el título de emperador hispano que ya había lucido su abuelo. Durante los últimos años del reinado del séptimo de los Alfonsos, se produjo la separación definitiva de Navarra y Aragón, de forma que el emperador castellano puso sus ojos sobre Navarra, obligando al rey navarro de la época -García Ramírez- a ceder a una de sus hijas en matrimonio con el heredero del trono castellano (Sancho III el Deseado). La elegida fue la infanta Blanca, quien no vivió lo suficiente como para ver cómo su marido fallecía al poco de ser entronizado y cómo su hijo, Alfonso VIII, era secuestrado por los nobles castellanos y leoneses para hacerse con el control del reino mientras el nuevo rey era nada más que un niño. Sería este niño quien compartiría andanzas durante seis décadas con los protagonistas de esta novela: Sancho VI de Navarra y Sancho VII el Fuerte.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Descendencia de Sancho el Mayor




Este es el cuadro que muestra la descendencia de Sancho III, posiblemente el monarca más significativo de la dinastía Ximena, y el único que consiguió tener bajo su órbita a Navarra, Castilla, Aragón y Sobrarbe, además de ejercer al final de su vida cierta tutela sobre León. Se pueden apreciar mejor los detalles en la siguiente dirección: Descendencia de Sancho el Mayor

Por ahora no entraré en demasiados detalles, dejando para entradas posteriores las explicaciones. Sí que es interesante destacar que la columna de la izquierda  muestra los reyes de Castilla y León, la del centro los reyes navarros y la de la derecha los reyes aragoneses. A la muerte de Sancho III el reino se dividirá en cuatro ramas (Castilla, Navarra, Aragón y Sobrarbe), aunque la última duró poco ya que el infante Gonzalo, conde de Sobrarbe, murió joven (más bien  parece que le ayudaron a morir...) y su territorio se lo anexionó su hermano Ramiro, a quien ahora conocemos como Ramiro I de Aragón, aunque los historiadores coinciden en que nunca utilizó el título de rey, algo que sí que haría ya su hijo Sancho Ramírez. También es destacable el hecho de que Fernando I, el hijo de Sancho a quien le correspondió Castilla, no tardó en atacar y vencer a su cuñado Bermudo III de León, anexionándose así ese territorio sobre el que su padre había ejercido una especie de protectorado. Con esa conquista, quedaba en manos Ximenas todos los territorios cristianos peninsulares con la excepción de los condados catalanes.

El gráfico anterior está construido en un código de colores en el cual se ha sombreado en amarillo a los miembros de la dinastía Ximena, mientras que se ha utilizado otro color para otras casas reales. Esto permite observar que la dinastía se extinguió con Sancho VII el Fuerte de Navarra (+1234), aunque ya lo había hecho con anterioridad en Castilla con la reina Urraca(+1126) y en Aragón con la reina Petronila(+1173). Pero sobre esto hay mucho que discutir. Los historiadores consideran a Alfonso VII de Castilla, hijo de la reina Urraca, como el primer miembro de las dinastía de Borgoña en Castilla simplemente porque su padre era un noble de origen borgoñón, aunque Alfonso apenas conoció a su padre (tenía dos años cuando murió), su madre era una Ximena, su acervo cultural era Ximeno y sus circunstancias vitales y objetivos fueron tan Ximenos como los de su madre. Hay un cierto tufillo machista a la hora de encuadrar a los reyes en una dinastía u otra. Así, en cuanto la heredera del trono era una mujer y no un hombre ya cambiamos de dinastía en favor del marido de dicha heredera... una catalogación aceptable para el siglo XIX, pero difícilmente defendible en el XXI.

martes, 21 de febrero de 2012

Sobre Íñigos y Ximenos

Una de las primeras cosas que el lector advertirá en la novela es que se agrupa a toda la familia real navarra autóctona como perteneciente a la dinastía Ximena. Si se desea buscar información adicional sobre la mencionada saga, es más sencillo hacerlo por la castellanización moderna del nombre: dinastía Jimena. Yo he preferido respetar la grafía antigua simplemente por coherencia con respecto a determinados documentos de la época, en los que no faltan referencias a personajes cuyo nombre era Ximeno (para varones) o Ximena para mujeres. 


 El punto determinante para esta decisión fue la de tener que colocar como personaje de la trama al miembro de la iglesia católica hispana más determinante del Medievo hasta la aparición del cardenal Cisneros. Me refiero al arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, navarro de nacimiento pero castellano de adopción. Fuera de Navarra puede vérsele citado como Rodrigo Jiménez de Rada, castellanizando el apellido, pero aquí, en el Viejo Reyno, eso es prácticamente imposible. Y no tendría ningún tipo de sentido referirme al arzobispo como Ximénez y a la familia real como Jimena, así que lo más sencillo era ser coherente y utilizar la grafía de la época.

Pero dejando a un lado las cuestiones estéticas, seguro que a más de un lector le habrá surgido de inmediato una duda: ¿pero no eran los Íñigos los primeros reyes navarros autóctonos? Y la respuesta es afirmativa. La tradición indica que Íñigo Arista (o Eneko Arizta) fue el primer rey navarro allá por los comienzos del siglo IX, pero es un personaje sobre el que existen muchas incertidumbres; incluso hay algún historiador que duda de su existencia, aunque personalmente, tras haber leído las referencias que a él se hacen en el "Muqtabis" escrita por el historiador árabe Ibn Hayyan, no me cabe ninguna duda sobre su existencia y la de sus sucesores. 

La razón de que yo trate a ambas dinastías como una sola es que los historiadores modernos van en esa dirección: las dos caras de una misma moneda. El mismo origen (las montañas del noreste de navarra), el mismo sustrato social y cultural, el mismo idioma y, más que probablemente, emparentados desde  siglos.

El esquema anterior muestra la dinastía Íñiga completa (desde Íñigo Arista hasta Fortún I) y parte de la dinastía Ximena (desde Sancho I Garcés en adelante). Como se puede comprobar, ambas dinastías, además de volver a emparentarse a comienzos del siglo X, compartirían también un ancestro común, aquí indicado como Jimeno, pero que la tradición siempre ha venido a llamar Ximeno el Fuerte. Este personaje es muy discutido por parte de los historiadores; de hecho, hay muchos que niegan su existencia por falta de pruebas veraces sobre ella. Pero la realidad es que es él (haya existido o no) quien ha dado nombre a la dinastía Ximena. No es difícil revisar la lista de reyes (marcados en azul) para observar que no hay uno solo que se llamase Ximeno y, aun así, la dinastía es nombrada como Ximena...

Un detalle más a la hora de leer el gráfico anterior. En la dinastía Ximena ocurre una situación bastante peculiar. La numeración de sus reyes no suele coincidir con el número de predecesores que hayan compartido ese nombre. Sí ocurre con los Sanchos, pero no con los Garcías. El gráfico anterior trata de respetar ese orden. Así, el primer García sería García I (852-870), el hijo de Íñigo Arista, y el segundo sería García Sánchez (925-970), el hijo de Sancho I, pero la mayoría de los historiadores hacen referencia a los Garcías por el número de predecesores que comparten nombre y apellidos. Así, García I del esquema anterior es nombrado como García Íñiguez I (el Íñiguez proviene de "hijo de Íñigo"), mientras que a García II es más fácil encontrarlo en las referencias como García Sánchez I, a García III como García Sánchez II el Temblón y a García IV como García Sánchez III el de Nájera.




lunes, 20 de febrero de 2012

Presentación



Hola a todos.

Comienza aquí la aventura de documentar mi primera novela, a la que he titulado "Las últimas águilas negras". Todavía desconozco la fecha exacta de su salida al mercado, pero va a ser en este 2012, así que iré adelantando trabajo en la nada desdeñable tarea de ir subiendo documentos, mapas, enlaces a otras páginas web y muchas más cosas que iremos descubriendo juntos. 

Solo una promesa: la vida de los últimos reyes navarros autóctonos, los Ximenos, es tan novelesca que a veces parecerá increíble que lo narrado haya ocurrido de verdad. No obstante, como buena novela, parte de la trama es ficción. Será misión de este blog la de separar adecuadamente unos de otros para que los lectores puedan hacerse una idea fehaciente de la situación políta, religiosa y social de la Hispania de mitades del siglo XII al primer tercio del XIII.

Y lo primero es lo primero... muchísimas gracias a todos los que hayáis depositado vuestra atención en la novela o en este blog.

Juan Carlos Alfaro.