lunes, 30 de abril de 2012

Físico de Sancho el Fuerte (1)


Es bastante conocido que Sancho era muy alto… ¿pero cuánto? Si se busca en cualquier biografía se puede encontrar una cifra que casi asusta: ¡223 cm! Con esa estatura, hoy sería considerado un gigante… ¿qué no sería considerado en su época si la estatura media era entonces muy inferior a la actual? No obstante, hay que relativizar un poco.

Coetáneos a Sancho el Fuerte nos encontramos con Jaime I el Conquistador, sobre el que hay consenso de que era también muy alto, por encima incluso de los 2m, aunque no hay constancia física sobre ello. Y también es admitido comúnmente que Ricardo Corazón de León también podría haber alcanzado una altura cercana a los 200cm. Está  claro que no era lo mismo la altura media del pueblo llano, sometido a una alimentación repetitiva y muchas veces insuficiente, amén de no poder acceder a ningún tipo de “medicina” que los nobles, cuyas condiciones de vida eran mucho mejores. Sin embargo, si 2m es mucho, estadísticamente, 2,23m es muchísimo más difícil de alcanzar.

¿Cuál fue la causa de ese desmesurado crecimiento? El fallecido médico forense pamplonés don Luis Campo estudió la mayoría de los documentos que han llegado hasta nosotros con la descripción física del rey navarro, entre ellos, el dejado por un subprior de Roncesvalles cuando se realizó el traslado de los restos de Sancho de su primer sepulcro en dicha colegiata que había contenido el cuerpo del rey desde más o menos 1238 hasta 1622. 


El subprior afirmó que el fémur del Rey Fuerte medía “tres xemes y dos dedos de largo”, lo que multiplicado por la medida normalmente aceptada para el xeme (13,9cm), da unos 62,28cm que, con las tablas actuales, daría una alzada de 2,22m / 2,23m. Naturalmente, se abren dos dudas razonables: ¿fue precisa la medida del subprior? ¿El xeme al que se refería el religioso es el mismo que el que ahora asignamos a casi 14cm o era otra medida parecida pero algo menor? De cualquier forma, tanto Luis campo como otros especialistas se decantan por un problema hormonal para explicar ese crecimiento desmesurado… y aquí vuelven a aparecer dos: la acromegalia y el gigantismo.


La acromegalia es causada por la secreción desmesurada de la hormona del crecimiento después de la adolescencia produce generalmente falta de fuerza en alguna de las extremidades, generalmente alguna mano, cosa que no parece aplicable al rey navarro, pero también impotencia, falta de libido y tendencia a la diabetes que sí son perfectamente aplicables… salvo por el hecho de que las personas afectas a esta enfermedad no suelen vivir mucho, más Sancho rozó o incluso alcanzó los 80 años ¿¿??


La otra enfermedad plausible es el gigantismo, que es producido por la misma hipersecreción de la hipófisis que la acromegalia sólo que ésta tiene que darse antes o durante la adolescencia, pero las consecuencias son las mismas: debilidad muscular y, normalmente, muy escasa longevidad.

Ninguna de las dos cuadra con la experiencia vital de Sancho el Fuerte…, ¿entonces…? La siguiente entrada en el blog podría dar luz sobre el misterio…  J J J

martes, 17 de abril de 2012

Sobre aguilas negras y Ximenos



No existe duda alguna de que Sancho el Fuerte utilizó un águila negra como símbolo de su reinado. Quedan documentos con dichas águilas y también varios sellos de cera oficiales donde constan esas mismas águilas. Y también existe constancia de que el rey navarro llevaba una gran águila negra en relieve en su escudo de guerra. Aquí se puede ver otro documento con otro formato de águila:
 
Pero hay historiadores que dicen que las águila negras no fueron solo el estandarte del más fornido de los Ximenos, sino que de alguna forma, era el estandarte de toda la familia, y que varios de ellos utilizaron águilas como estandartes, aunque no como sello. Pero también hay una larga lista de historiadores que niegan la tesis anterior y que afirman que el único miembro de la familia Ximena que utilizó las águilas negras fue Sancho el Fuerte.

Carezco de datos para tomar partido por unos o por otros, pero en la fase de redacción de la novela me encontré en ocasiones en las que me hubiera venido muy bien un símbolo identificativo de la dinastía, como puedes ser las flores de Lis en los Capetos. Fue doña Margarita, la esposa de García Ramírez, madre de Sancho VI y abuela de Sancho VII, la que me dio la idea. La mencionada dama era miembro de la familia normanda de los L’Aigle, cuyo escudo de armas es una gran águila negra, ésta en concreto:
 
En estas circunstancias, la novela siempre podrá justificar, sin entrar en interpretaciones "políticas", que García es el marido de un águila negra, Sancho el Sabio el hijo de un águila negra y Sancho el Fuerte el nieto (y máximo valedor) de un águila negra, lo que me permite utilizar este símbolo como nexo de unión entre los tres últimos reyes navarros autóctonos.

martes, 10 de abril de 2012

Notas del autor



No estaría tranquilo sin aclarar algunas cuestiones sobre la novela. A pesar de que la labor de documentación ha sido exhaustiva, me han quedado numerosos huecos en la historia de los últimos Ximenos –pero si de Sancho el Fuerte no se sabe con certeza ni el año de nacimiento, ni si se casó una o dos veces, ni… -. Estas incógnitas las he tenido que completar con suposiciones que puedan ser plausibles, pero desde luego discutibles. Además el discurso parte del punto de vista de los reyes navarros, luego hay una cierta navarrización de los hechos, donde todo lo malo parece tener causas externas. No es difícil profundizar un poco en los espléndidos ensayos históricos que existen sobre la época para darse cuenta de que esto no siempre fue así. Sólo un consejo para aquellos lectores que deseen ahondar en este periodo tan intenso de la historia hispana: juzgar a primera vista hechos del siglo XII con ojos del siglo XXI puede llevar fácilmente a conclusiones erróneas.
 Por otra parte, la situación de los reinos hispánicos en la segunda mitad del siglo XII y el primer tercio del XIII fue tan convulsa, que las alianzas y contraalianzas, las idas y las venidas, se repitieron con tal rapidez que intentar reflejarlas todas en el texto hubiera sido un suicidio. Por ello, en algunas ocasiones he preferido omitir ciertos hechos, en otras he movido algunas vivencias ligeramente en el tiempo, etc. También en pos de hacer la lectura más sencilla he utilizado expresiones y títulos que no eran todavía una realidad en el momento en que se citan en la novela. Así, hablo del emperador Carlomagno cuando en la expedición a Zaragoza todavía no había sido coronado como tal, pero hoy hablar de un Carlomagno no emperador sonaría extraño. Por idénticas circunstancias, se habla de la catedral de Tudela cuando por aquel entonces solo era colegiata, o de que el séptimo de los Sanchos acaba enterrado en la capilla de San Agustín, que es donde reposa actualmente, pero que se empezó a edificar con posterioridad a su fallecimiento. Y hay más casos parecidos.
Me gustaría que el lector que busque más información y desee separar los hechos reales de la novela de los ficticios lo pueda hacer con facilidad, así que, poco a poco, iré desgranando todos los pasajes que considere merecedores de una aclaración documentada -y hay unos cuantos-. Para facilitar su seguimiento, los colocaré todos bajo la etiqueta "Notas del autor".  Seguro que encontraréis alguna sorpresa...