Es curioso; tras dos presentaciones, en ambas me encontré con personas que, en privado, me preguntaron sobre si la apabullante hermosura que siempre se ha dicho que tuvo Berenguela era o no un mito.
Bueno, no sabría contestar con total certeza, pero sí que parece que era la más hermosa de las tres hijas de Sancho el Sabio. Tampoco es ninguna noticia afirmar que, al parecer, era muy alta; parece que todos los miembros de la familia lo eran. El problema es dónde encontrar algún dato fidedigno sobre su belleza. Difícil... Los únicos vestigios que nos quedan son los de la efigie en su tumba de la abadía de L'Epau, de la que fue gran benefactora. Indicar que todas las fotografía que acompañan a esta entrada pertenecen al blog de Manuel Sagastibeltza http://berengueladenavarra.blogspot.com.es
Esta es la efigie sepulcral de Berenguela (de 1,99m de longitud y vestida de novia...), cuya interpretación con la policromía original se puede consultar aquí
Una fotografía centrándose en su rostro permite ver que, al menos el escultor, la representó como una mujer delgada, de pelo liso, facciones suaves, labios finos y enormes ojos almendrados
Si ambas fotografías ya pueden dar una idea de que sí, de que Berenguela era hermosa, nada mejor que compararla con alguien quien, según los cronistas, era agraciada pero menos: su hermana Blanca. He aquí su sepulcro, por desgracia, mutilado durante la Revolución Francesa:
Las terribles mutilaciones sufridas no pueden ocultar algo evidente: lo estilosísima que era Blanca, con ese vestido ajustado y entallado que le sienta como un guante. Pero si la efigie ya dice mucho, todavía dice muchísimo más el escudo céreo con el que lacraba sus documentos oficiales y que ha llegado hasta nuestros días:
¡Qué maravilla! Un cuerpo estilizadísimo sobre el que cae un fino y liso vestido largo. ¡Y qué talle! ¡Y qué elegancia con ese porte a la par natural y majestuoso...! ¿Y el recogido del pelo? ¿Y la elegancia con la que porta la capa...? ¡Cuánto darían muchas modelos actuales por parecerse un poquito a Blanca!
Y si resulta que Berenguela todavía era más guapa que Blanca... conclusión: ¡bellezón, bellezón!