Mapas batalla de Alarcos

Bueno, lo primero es lo primero. Las imágenes de las batallas de Alarcos y de Las Navas de Tolosa que incluyen este blog no son diseño mío, sino que está tomadas de la página www.balawat.com. Merece la pena -y mucho- consultarla para ver éstas y otras animaciones presentes. Un gran trabajo.

Pero vamos a explicar el desarrollo de la batalla de Alarcos, la última gran victoria musulmana en Hispania. La situación inicial es la de un gran ejército castellano situado dentro y en los alrededores del castillo de Alarcos. Alfonso VIII de Castilla debería haber esperado a que llegasen las tropas leonesas y navarras que estaban de camino, pero decidió dar batalla a los almohades en solitario. Estos se encontraban a un par de kilómetros de la fortaleza, sin intención alguna de atacarla frontalmente, por lo que el ataque castellano les vino como anillo al dedo. Veamos la situación inicial.
La caballería pesada de don Diego López de haro, señor de Vizcaya, se lanza contra la vanguardia almohade que aguanta como puede la embestida ante un enemigo mejor armado, pero inferior en número. Las cosas parecen ir bien al principio para los castellano, pero fue un espejismo:
Sin darse cuenta, la caballería ligera almohade comienza a posicionarse en los flancos descansada ya que no había intervenido en la batalla. Sin embargo, los castellanos comienzan a acusar el esfuerzo de enfrentarse a un enemigo que no duda en ofrecer su vida con tal de dejar empantanados a sus atacantes:
 La caballería musulmana logra completar el círculo que rodea a la vanguardia castellana., cuya caballería pesada tiene grandes problemas para maniobrar en un espacio reducido y repleto de cadáveres:

La táctica almohade a partir de ese momento es conservadora. Su caballería ligera repetirá en numerosas ocasiones una rápida ofensiva para causar bajas entre los castellanos, seguidas de idénticas retiradas hasta sus líneas antes de que los castellanos pudieran reaccionar. Así, poco a poco, la caballería pesada castellana irá siendo diezmada.

Alfonso VIII no reacciona pese a tener unos cuanto miles de infantes justo en las afueras del castillo de Alarcos. Es fácil de imaginar que la moral de esas tropas de reserva hubo de caer en picado al ser espectadores privilegiados de la masacre a la que se estaba sometiendo a sus compañeros. Los almohades, envalentonados, lanzan entonces algunas unidades de caballería sobre estas tropas de reserva cristianas.
Al ver a la caballería almohade frente a ellos, el pánico cunde entre las tropas de reserva castellanas, que intentan entrar todos a la vez al interior del castillo de Alarcos. Se produce un cuello de botella frente a la puerta del castillo, lo que hace que los musulmanes puedan atacar a placer a los últimos cristianos que decidieron replegarse, ya que sus propios compaleros de fe están taponando el acceso al castillo.
Los que consiguen alcanzar el interior del castillo -unos 5000 cristianos- pronto se darán cuenta de que se han metido en una ratonera. Los almohades rodean Alarcos, con lo que los sitiados no podrán recibir ni aguas ni víveres... un auténtico desastre. Alfonso VIII de Castilla no fue de los que decidieron ir a protegerse al interior de Alarcos, sino que huyo con unos pocos soldados hacia Toledo a pesar de ser perseguidos por la caballería almohade. Quien sí cometió el error de refugiarse en Alarcos fue don Diego López de Haro. El senescal de Castilla y señor de Vizcaya decidió entonces negociar la rendición de la fortaleza con la condición de que él y alguno de sus más allegados quedasen libres, mientras dejaba tras de sí a 5000 cristianos destinados a la esclavitud...
 El desastre cristiano fue de tal magnitud que los almohades volvieron a llegar a campar a sus anchas incluso por el curso medio del Henares, y se llegó a temer la pérdida de Toledo, algo que no llegó a ocurrir.