martes, 10 de abril de 2012

Notas del autor



No estaría tranquilo sin aclarar algunas cuestiones sobre la novela. A pesar de que la labor de documentación ha sido exhaustiva, me han quedado numerosos huecos en la historia de los últimos Ximenos –pero si de Sancho el Fuerte no se sabe con certeza ni el año de nacimiento, ni si se casó una o dos veces, ni… -. Estas incógnitas las he tenido que completar con suposiciones que puedan ser plausibles, pero desde luego discutibles. Además el discurso parte del punto de vista de los reyes navarros, luego hay una cierta navarrización de los hechos, donde todo lo malo parece tener causas externas. No es difícil profundizar un poco en los espléndidos ensayos históricos que existen sobre la época para darse cuenta de que esto no siempre fue así. Sólo un consejo para aquellos lectores que deseen ahondar en este periodo tan intenso de la historia hispana: juzgar a primera vista hechos del siglo XII con ojos del siglo XXI puede llevar fácilmente a conclusiones erróneas.
 Por otra parte, la situación de los reinos hispánicos en la segunda mitad del siglo XII y el primer tercio del XIII fue tan convulsa, que las alianzas y contraalianzas, las idas y las venidas, se repitieron con tal rapidez que intentar reflejarlas todas en el texto hubiera sido un suicidio. Por ello, en algunas ocasiones he preferido omitir ciertos hechos, en otras he movido algunas vivencias ligeramente en el tiempo, etc. También en pos de hacer la lectura más sencilla he utilizado expresiones y títulos que no eran todavía una realidad en el momento en que se citan en la novela. Así, hablo del emperador Carlomagno cuando en la expedición a Zaragoza todavía no había sido coronado como tal, pero hoy hablar de un Carlomagno no emperador sonaría extraño. Por idénticas circunstancias, se habla de la catedral de Tudela cuando por aquel entonces solo era colegiata, o de que el séptimo de los Sanchos acaba enterrado en la capilla de San Agustín, que es donde reposa actualmente, pero que se empezó a edificar con posterioridad a su fallecimiento. Y hay más casos parecidos.
Me gustaría que el lector que busque más información y desee separar los hechos reales de la novela de los ficticios lo pueda hacer con facilidad, así que, poco a poco, iré desgranando todos los pasajes que considere merecedores de una aclaración documentada -y hay unos cuantos-. Para facilitar su seguimiento, los colocaré todos bajo la etiqueta "Notas del autor".  Seguro que encontraréis alguna sorpresa...

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