martes, 21 de febrero de 2012

Sobre Íñigos y Ximenos

Una de las primeras cosas que el lector advertirá en la novela es que se agrupa a toda la familia real navarra autóctona como perteneciente a la dinastía Ximena. Si se desea buscar información adicional sobre la mencionada saga, es más sencillo hacerlo por la castellanización moderna del nombre: dinastía Jimena. Yo he preferido respetar la grafía antigua simplemente por coherencia con respecto a determinados documentos de la época, en los que no faltan referencias a personajes cuyo nombre era Ximeno (para varones) o Ximena para mujeres. 


 El punto determinante para esta decisión fue la de tener que colocar como personaje de la trama al miembro de la iglesia católica hispana más determinante del Medievo hasta la aparición del cardenal Cisneros. Me refiero al arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada, navarro de nacimiento pero castellano de adopción. Fuera de Navarra puede vérsele citado como Rodrigo Jiménez de Rada, castellanizando el apellido, pero aquí, en el Viejo Reyno, eso es prácticamente imposible. Y no tendría ningún tipo de sentido referirme al arzobispo como Ximénez y a la familia real como Jimena, así que lo más sencillo era ser coherente y utilizar la grafía de la época.

Pero dejando a un lado las cuestiones estéticas, seguro que a más de un lector le habrá surgido de inmediato una duda: ¿pero no eran los Íñigos los primeros reyes navarros autóctonos? Y la respuesta es afirmativa. La tradición indica que Íñigo Arista (o Eneko Arizta) fue el primer rey navarro allá por los comienzos del siglo IX, pero es un personaje sobre el que existen muchas incertidumbres; incluso hay algún historiador que duda de su existencia, aunque personalmente, tras haber leído las referencias que a él se hacen en el "Muqtabis" escrita por el historiador árabe Ibn Hayyan, no me cabe ninguna duda sobre su existencia y la de sus sucesores. 

La razón de que yo trate a ambas dinastías como una sola es que los historiadores modernos van en esa dirección: las dos caras de una misma moneda. El mismo origen (las montañas del noreste de navarra), el mismo sustrato social y cultural, el mismo idioma y, más que probablemente, emparentados desde  siglos.

El esquema anterior muestra la dinastía Íñiga completa (desde Íñigo Arista hasta Fortún I) y parte de la dinastía Ximena (desde Sancho I Garcés en adelante). Como se puede comprobar, ambas dinastías, además de volver a emparentarse a comienzos del siglo X, compartirían también un ancestro común, aquí indicado como Jimeno, pero que la tradición siempre ha venido a llamar Ximeno el Fuerte. Este personaje es muy discutido por parte de los historiadores; de hecho, hay muchos que niegan su existencia por falta de pruebas veraces sobre ella. Pero la realidad es que es él (haya existido o no) quien ha dado nombre a la dinastía Ximena. No es difícil revisar la lista de reyes (marcados en azul) para observar que no hay uno solo que se llamase Ximeno y, aun así, la dinastía es nombrada como Ximena...

Un detalle más a la hora de leer el gráfico anterior. En la dinastía Ximena ocurre una situación bastante peculiar. La numeración de sus reyes no suele coincidir con el número de predecesores que hayan compartido ese nombre. Sí ocurre con los Sanchos, pero no con los Garcías. El gráfico anterior trata de respetar ese orden. Así, el primer García sería García I (852-870), el hijo de Íñigo Arista, y el segundo sería García Sánchez (925-970), el hijo de Sancho I, pero la mayoría de los historiadores hacen referencia a los Garcías por el número de predecesores que comparten nombre y apellidos. Así, García I del esquema anterior es nombrado como García Íñiguez I (el Íñiguez proviene de "hijo de Íñigo"), mientras que a García II es más fácil encontrarlo en las referencias como García Sánchez I, a García III como García Sánchez II el Temblón y a García IV como García Sánchez III el de Nájera.




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